Te conozco y sin embargo, me pierdo con frecuencia entre tus huracanes, que inevitablemente desatan lluvias en mi cuerpo.
Llego a tocar como nadie, ese sol de brillo en tus ojos, ese claro de luz en tu mirar; y sin embargo tan fácil como precisa, tu oscuridad te ciega y yo tropiezo obstáculos filosos.
Cuando estás, te siento en cada partícula que inspiro, con una entereza que desborda cada partícula que exhalo. Pero te vas de vos y así, te llevás para nadie todo el aire a respirar.
Y creo, veo, sueño. Futuro de un porvenir inmenso; pesadilla de un vaivén sin fin.
Y espero, rezo, juego. A imaginarte sin espinas en la piel, para no sangrar al abrazarte.
Te conozco tanto y sin embargo, me desvelo con frecuencia por tu encantadora complicidad que construye memorias proyectadas, y tu arisca soledad que a empujones y patadas, rechaza como reclama eterna compañía.
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